Farmacias de guardia de la provincia de Alicante.
La mañana transcurría con el apresuramiento de la gente, que por repetitivo lo transformaba en monótono. Que todo el mundo tenga algo que hacer, tiene magia, el pánico, el aburrimiento, transforma al ser humano en una máquina corriendo a un final, que todos conocemos. La casualidad, no la sabría definir, el encuentro de Sandra Patiani y Sandra Harris, podía ser la lógica aplastante. El grito de alegría salido de gargantas les parecía irreal, el encontrarse de frente ante la catedral de San Patricio, demostraba lo contrario. Amigas desde los años de colegio, el paso del tiempo las separó buscando cada una el acomodo más feliz posible. Burt Pereira, fue el amor de las dos, el roce entre ellas había estallado. Laura fue la más constante y provocativa. Burt, sin demasiadas urgencias amorosas, opto por lo fácil, quien más le dejara ser, el mismo, sería su esposa. Una vez casados Laura tiraría más de la cuerda, pero Burt, esperaba cualquier cambio. Un apresuramiento de frases, explicando sus respectivas vidas, siguió la serenidad. Estando tan cerca de San Patricio, ¿cómo no entrar para agradecerle su encuentro?. Las creencias, no son necesarias, las catedrales tienen en su interior la penumbra presurosa, para lanzar cualquier mensaje de esperanza. Salieron de la catedral, cruzaron la Quinta Avenida, tiraron unas monedas en la fuente de Rockefeller Center, con los ojos tapados solicitaron un deseo. Parecían volver a los años de la universidad. Cogidas del brazo recorrieron las tiendas de moda, las tenían a un paso. Comieron en el bufett de Trupp Tower, las confidencias y las risas daban resplandor a un tiempo tan magnífico. -¿Qué tal, tu familia en Santa Rosa?- -Están bien, Laura, papá murió, mamá vive con su hermana Elizabeth, no les apetece venir al Este. Toda su familia siempre, vivieron allí, por eso decidieron volver.- -¿Cuánto hace que estas separada de Michael?- -Cerca de dos años, tubo que darme un buen dinero, mi abogado fue muy astuto, ¿ y tú que tal?- -Regular, Burt lleva unos meses en San Francisco, está exhibiendo sus cuadros, parece que vende todo, sigue pintando en la casa que tiene allí. Yo sigo escribiendo guiones para la B.B.C T.V, pero he decidido darme un respiro y hacerle una visita de sorpresa, por si lleva una doble vida.- La frase la complemento, con una sonrisa de malicia. -San Francisco, es una ciudad encantadora, una belleza impresionante- -Entonces ¿por qué vuelves a Washington?- -Me digeron unos amigos que podía trabajar en la administración. Necesito hacer algo, sentirme útil, conocer nuevas gentes- -Esta noche doy una fiesta, antes de salir para San Francisco, pásate esta tarde por el Village, toma mi tarjeta, habrá gente interesante, te divertirás, puede estar allí el hombre de tu vida.- Nueva York, muy diferente a San Francisco, por la noche alcanza la soberbia con su impresionante panorámica, o como dicen otros su “SKY LINE”. Sandra abandonó el hotel Marquis en Time Square, el taxista hizo un alarde de pericia, por un momento pensó que la llevaba al hospital. Se lo hizo saber al conductor, este optó por encogerse de hombros ¿qué sabría ella?. Una bonita casa de dos pisos la esperaba, la habían reformado por completo. El segundo piso estaba decorado por el dueño de la casa. Lleno de contrastes, parecía un sueño, los tabiques eran convinación de materiales sin estucar pintados de modo opaco, las puertas pintadas de manera cubista, parecían lienzos en movimiento, toda la extensión de la casa era terraza arriba, con un enjambre de plantas que envolvían las estructuras metálicas con formas vistosas. Al entrar en la casa, pensó estar en la Torre de Babel, mestizaje de razas y lenguas. Camareros contratados servían bebidas y cena fría, fiestas que organizan gentes que nunca conocieron problemas de dinero. Sandra un poco aturdida, buscaba con la mirada a Laura, la había saludado a la entrada, no conocía a nadie allí, Laura flotando entre la gente repartiendo sonrisas y tratando de emparejar personas que según su criterio podían encajar bien. Una labor de Celestina que tiene derecho a practicar por convicción y por ser la anfitriona. Sandra se vio sorprendida, por unos ojos azules a corta distancia que le ofrecían un Chadornay frío. - Si este vino hablara nos presentaría, hasta que esto ocurra, yo me presentare Jean Paul Sabrell- - Soy Sandra Harris- - La he estado observando, he creído ver que teníamos algo en común, estamos solos entre tanta gente- - Es normal en este tipo de fiestas- Laura se aproximó a la pareja repartiendo sonrisas. - Ya veo que os conocéis, no te fíes de Jean Paul, estos franceses al final resultan irresistibles- - Gracias por avisarme Laura, tendré cuidado- Ambos sonrieron, Jean Paul hizo un gesto mostrando impotencia. -¡Oh! no me deja desarmado ¿por qué desconfiar de uno por su procedencia?. Dicho esto sonrió con malicia, Sandra lo miró con curiosidad simulando cara de reproche. - A Laura le gusta jugar con los amigos, forma parte de todo tipo de reuniones, un poco de cotilleo, un poco de insinuaciones, es la vida un repetir constante. Aparte de abordar a las chicas, tendrás alguna ocupación.- - Me dedico a la pintura, me gusta pintar, pero mi negocio es descubrir talentos, organizar exposiciones, con la correspondiente comisión. Es la forma de comer todos los días.- - Y usted fue incapaz de descubrirse- - Dejemos el usted, una pregunta maliciosa, me descubrieron, no valía. Sandra no pudo contener la risa, al ver la cara que ponía al contestar. Hablar con Jean Paul, resultaba sencillo, en este tipo de fiestas, siguieron cruzando frases dirigiéndose al bufett, habría que comer algo, contra el calorcillo del vino blanco, moverse buscando nuevos temas de conversación. - La música es toda de Bacharath, años sesenta y setenta, es en homenaje al ausente Burt. - - Ya me he fijado- respondió Sandra. - La añoranza del pasado, no crees que el pasado aun esta con nosotros. ¿cuál es tu opinión Jean Paul?- Con la boca llena, se le pudo mirar con ojos de sorpresa. - ¡No! Preguntas para pensar con lo agusto que estoy comiendo- - Quería saber sí preferías la comida a la filosofía- Los dos rieron. - Primero comer, si lo hacemos al revés los cuerpos solo piensan en comida- - No esta mal, no tendría sentido poner libros para comer y comida para pensar- - Sandra, creo que me estas tomando el pelo- - Por qué dices eso, extrañeza fingida, Sandra empezaba a sentirse agusto. - Cojamos las copas y subamos a la terraza, Sandra, te explicaré el misterio de la Estatua de la Libertad. En la terraza había animación, viendo un mar de luces, compitiendo con las estrellas, algunos bailaban con el leve sonido que llegaba. - Has dicho que ibas a contarme el misterio de la Estatua de la Libertad- Él se quedó mirando en la lejanía con semblante serio. - Si estuvieras en París, hubiera sido el misterio de la Torre Eiffel, es mi obsesión por buscar un misterio en todo- - Te gusta contar cuentos - - Dejamé que voy a improvisar... ya lo tengo, el misterio es, querían empezar a construirla por la cabeza, pero un obrero ingenioso, le dio la idea de comenzar por abajo, ya está - Sandra rompió a reír. - Ahora te voy a contar el misterio del Empire Estate, fíjate lo bonito que está con su fachada llena de luces. Querían hacer los ciento dos pisos, hacia abajo, entonces pensaron que la gente desde abajo no vería nada - Jean Paul le escapó la risa poniendo el vestido de Sandra de luces de vino. - Mira lo que has hecho - - Perdona ha sido como un reflejo salvaje, peor hubiera sido mojarnos los dos - Sandra dio un sorbo al Chadornay, lanzando a la chaqueta de Jean Paul un reguero de vino. Los dos estallaron en carcajadas, mirándose las ropas con asombro. Apareció Laura. - Ya veo que jugáis como críos, ¿ qué tal lleváis la noche?, dijo mirando con picardía a Jean Paul.- - Estupenda, Sandra es fantástica - - Siempre lo ha sido - y se alejó con garbo exagerado. - ¿Tienes mucha amistad con Laura? – - Nos conocemos hace tiempo, he preparado en París exposiciones para su esposo, desde entonces arranca mi relación con el matrimonio - - La brisa del Atlántico, despertó de su lánguido sueño, las hojas y flores hicieron el suave movimiento, era como una invitación de la fiesta, estaba concluyendo, el party había terminado, las cosas que no duran mucho, tienen más importancia. Los últimos en marcharse fueron, Sandra y Jean Paul, Laura les dedico más tiempo. -Vente mañana Sandra yo voy a estar fuera una semana, te voy a dar una llave, no tienes por que pagar un hotel, de paso me riegas las plantas.- - De acuerdo disfrutaré unos días sin gastarme dinero. Las habitaciones de los hoteles son muy aburridas – Laura se quedó mirando a Jean Paul. - Tú vuelves a París mañana ¿No?.- - Sí, tengo muchas cosas que hacer, volveré en otoño - Salieron juntos en un taxi, la llevó hasta el Marquis. - Espero que nos volvamos a ver – - Seguro, tenemos una amiga en común, nos volveremos a encontrar – Sandra tomó posesión de una espléndida casa en pleno Village, podría renovar el vestuario, en las grandes tiendas, una vuelta por el Museo de Arte Moderno. La sala de jazz Vanguerd, pronto encontraría un amigo, las noches son muy animadas. Pasados dos días, volvió una tarde de comprar en Bloomingdale´s, encontrando la luz encendida, juraría que la había dejado apagada, entró al salón del primer piso y vió un tipo sentado de espaldas en un sillón giratorio. Cuando su garganta tomó fuerza para chillar, giró el sillón apareciendo Jean Paul. - ¿Pero no estabas en París?- - De no haberte conocido estaría en Antibes, tengo que montar una subasta allí – - ¿Pero como has entrado?, sin avisar, ¿ y abrir la puerta?...- - Tengo una mesa reservada en el RAINVOW para cenar y bailar con la mejor orquesta de Nueva York. Sandra quedó pensativa o entendía todo o no entendía nada. -¿Cuándo estaba Laura, también entrabas así?- - Hemos sido amantes, hasta ahora, tu has hecho estallar todo, como una copa que cae al suelo, siempre hemos guardado las formas delante de su esposo, que debe de estar atareado en el distrito de Castro, buscando carne joven, siempre me pareció un invertido.- Sandra, no pudo evitar la carcajada - Que tonterías dices Jean Paul - - ¿Por qué? me preguntas, te contesto - - Ha sido mi amante, mi viaje a Santa Rosa era una mentira, estuve con él en San Francisco, no es invertido, juega a las excentricidades, todos los artistas quieren hacerse notar, por cualquier cosa - Jean Paul sonrió, quedo mirándola. - He venido a verte, cuando te conocí algo pareció moverse bajo mis píes, si te aborde con el vino fue porque Laura no quiso presentarnos – - A mí me comentó que no eras de fiar, mejor que no te conociera – Sonrieron los dos, quedaron un minuto pensando mirándose a los ojos. - Podemos formar pareja los dos, dejándonos de enredos. Te invito a venir a Antibes en calidad de amiga o esposa, yo prefiero lo último – - Lo discutiremos, no deja de ser una situación curiosa, de no haberme encontrado con Laura en la Quinta Avenida, los cuatro habríamos seguido como siempre. Vamos a cenar y bailar, ninguno estamos en condiciones de dar lecciones de moral – Sandra y Jean Paul siguieron caminando juntos por la vida, todos habían jugado, pero ellos eran caballos ganadores. Pasados diez días volvió Laura, pensó que Laura estaba dando una vuelta, en la mesa del salón vio una carta: “Querida Laura, te he dejado la llave detrás del tarro de café, en la cocina, me marchó con Jean Paul a Francia una temporada nos hemos casado” “Te damos las gracias, tú nos has unido, cuando volvamos a Nueva York pasaremos a visitaros” Vuestros amigos de siempre Sandra Jean Paul
FIN