Farmacias de guardia de la provincia de Alicante.
Apoyada sobre los codos sobre una superficie, mantiene el cuerpo elevado y ofrece las nalgas a la vista del hombre; él la abraza totalmente desde atrás, siguiendo la línea de la figurafemenina; el pene penetra en la vagina o en el ano, el pubis queda pegado a su piel y su pechocontra la arqueada espalda. Mientras apoya un brazo, con el otro la abraza hasta alcanzarsensualmente sus senos y se desliza con suavidad por el vientre para enredarse en el vello delpubis y luego estimular el clítoris. Primero la penetra lentamente, entrando y saliendo hastadejar tan sólo el glande en su interior, para al final embestiría con toda la potencia de su ardor,mientras ella sigue el vaivén con la totalidad de su cuerpo.
Acostada boca arriba con la cabeza sobre un almohadón flexiona la mitad de su cuerpo, con sus rodillas toca los senos, los pies se apoyan en la cintura de él y las nalgas están en estrecho contacto con el pubis del hombre, que está arrodillado y le sujeta los muslos. De este modo, él puede penetrarla por el ano de manera profunda y acariciar al mismo tiempo su clítoris e introducir uno de sus dedos en la vagina, haciéndola gozar con intensidad por tres puntos diferentes. Ella, para facilitar aún más el ritmo, se sujeta las pantorrillas o puede también con las manos estimular al hombre, acariciándole las nalgas y las tetillas. En el momento culminante del coito ella empuja las nalgas aún más hacia arriba para facilitar la cadencia del movimiento hasta que estalle trepidante el orgasmo.
Prefiere estar acostada de espaldas, porque así el clítoris, centro de su intenso placer, puede ser estimulado; de modo sensual abre las piernas y las flexiona mostrándolo junto con la vulva entera abierta en flor; sus rodillas rozan los senos y sus pies se apoyan en los hombros de él, que se coloca inclinando el torso hacia el cuerpo femenino de tal modo que antes de penetrarla puede lamerle la vulva y con las manos contener los senos. Luego la penetra y la sujeta con una mano por las nalgas para marcar el ritmo y elevarla hasta él en una cadencia incesante que cobra cada vez más velocidad, haciéndole sentir la fuerza de los empujes de su pene, hasta lo más profundo; con la otra mano acaricia su rostro y sus labios hasta llevar al límite la agitación y el deseo.