Farmacias de guardia de la provincia de Alicante.
Si un embarazo es normal, no existe S ninguna contraindicación para seguir manteniendo relaciones sexuales en el transcurso del mismo. Sin embargo, son muchos los hombres y mujeres que temen dañar al feto si continúan gozando del sexo durante el período de gestación. Esta preocupación es más psicológica que real, puesto que el mismo está fuera del alcance del contacto físico, dentro de una bolsa protegida por una gruesa membrana y rodeado de abundante líquido amniótico. No obstante, a veces, por razones fisiológicas o psicológicas, el apetito sexual de ella disminuye cuando está embarazada y, en esos casos, su pareja debe adoptar una actitud comprensiva y no forzar situaciones que pueden incidir en su equilibrio emocional. Asimismo, en ocasiones es él quien se siente incómodo, y es la mujer la que debe ayudarle a superar este estado anímico. Algunas parejas temen especialmente la penetración y los movimientos del pene en la vagina durante el embarazo, por lo que modifican sus hábitos y se satisfacen de otras formas, masturbándose o practicando el sexo oral. Si no hay indicación ginecológica específica en sentido contrario, pueden mantenerse relaciones sexuales hasta el más avanzado estado de embarazo, pero, como es obvio, por el cambio que se produce en el cuerpo femenino, los amantes deberán hacer uso de su imaginación para encontrar las posturas más confortables. Las que se sugieren a continuación son cómodas y placenteras, además de adecuarse a los tres trimestres de embarazo. Durante el primero, no hay demasiadas modificaciones en el cuerpo femenino y es posible continuar con las posturas habituales, pero ella suele disfrutar más si la penetración no es demasiado profunda. En tal caso, la postura ideal es que se siente encima de los muslos de él, ya que así ella marca el ritmo de los movimientos y controla mejor hasta dónde penetra el pene en la vagina. En el segundo trimestre, es más cómodo para la mujer tenderse de espaldas para sostener el peso del vientre ya bastante abultado, pero precisamente por eso, es difícil que él se sitúe encima, por lo que es preferible que ella se recueste de costado y él también, penetrándola en esa posición, mientras con uno de sus muslos ella le abraza una pierna. Así, él le estimula el clítoris y los senos, aunque hay mujeres que no desean que se los acaricien porque tienen una extrema sensibilidad en ellos durante la gravidez. Los últimos tres meses, cuando el estado es ya muy avanzado, la postura más conveniente es que ella se apoye en las palmas de las manos y en las rodillas, elevando sus nalgas y que él la penetre arrodillado desde atrás. Permite que se exciten el clítoris y los pezones y que ambos disfruten intensamente sin que el avanzado estado de gravidez sea un impedimento.
Aunque es uno de los mayores fantasmas de muchas mujeres, el cambio hormonal que se produce en la etapa menopáusica y posmenopaúsica no tiene por qué suponer la pérdida del apetito sexual. Por el contrario, al sentirse libres de la posibilidad de quedar embarazadas, resulta frecuente que abandonen antiguas represiones y se sientan más lúdicas y descosas de intensificar el placer. El goce de los sentidos no tiene edad, ni depende en su mayor parte de la fisiología, sino que es un todo emocional y psicológico en el que intervienen el carácter, las ansias de vivir y el clima de la relación. De este modo, ellas descubren a veces que la calidad de su vida sexual se eleva en esta etapa. No obstante, si la menopausia trae aparajedas molestias tales como sofocos, estados depresivos, sequedad o estrechez de vagina -lo que no tiene por qué sucederles a todas las mujeres- es posible que, temporalmente, no deseen tener relaciones sexuales. Por fortuna, hoy las modernas terapias hormonales y la lubricación vaginal con cremas específicas combaten estos trastornos para seguir disfrutando del sexo hasta edades muy avanzadas.
Si la mujer nota estrechez o pérdida de elasticidad vaginal, el músculo PC es una buena ayuda para incrementar las sensaciones, si se lo contrae varias veces por día y también durante el acto sexual.
En los casos en que ella carece de interés sexual, sólo se considera un trastorno si le crea conflicto y no si se trata de una elección personal. Conviene no olvidar que puede tener un origen biológico como son las anomalías hormonales, las insuficiencias orgánicas y los efectos que a veces genera el consumo de fármacos, alcohol o drogas. Sin embargo, las causas más frecuentes de la ausencia de deseo son razones de tipo psicológico o psicosociales. En este orden, las alteraciones proceden de episodios traumáticos como una violación o un desengaño amoroso, la educación restrictiva que provoca rechazo o temor al sexo, un bajo nivel de autoestima y depresiones o problemas profesionales que producen ansiedad o estrés y no predisponen al disfrute. También se deben considerar el aburrimiento y la monotonía que, a veces, se instalan en una relación. En este caso, no se trata de pedir ayuda a un profesional, como en los anteriores, sino que son los propios amantes, a través del diálogo en con fianza, quienes han de resolver el problema. Frecuentemente, al remozar la relación introduciendo fantasía y creatividad en las relaciones sexuales, se consigue renovar el placer y recuperar la pasión de etapas anteriores. La anorgasmia es la dificultad o imposibilidad de alcanzar orgasmos. Está considerada una de las disfunciones más frecuentes en la mujer. Algunas no sienten placer en absoluto y otras disfrutan del sexo pero no consiguen llegar al clímax. Esto puede deberse al cansancio, a las tensiones, al consumo de determinados fármacos, a problemas psicológicos o a la incorrecta o escasa estimulación, como también -si se trata de anorgasmia circunstancial- del momento y el lugar en que se tiene la relación. Los modernos programas de ayuda con que hoy cuentan los sexólogos resuelven este trastorno en un 80 % de los casos.
Hay tres tipos de anorgasmia. La primera es no haber tenido nunca un orgasmo; la segunda, si la mujer lo ha tenido pero no lo consigue en cierto período; por último, situacional, cuando sólo lo experimenta en determinadas circunstancias, por ejemplo, al masturbarse y no con el amante.
Si una mujer siente dolor, ardor y una sensación de escozor en la vulva o en el interior de la vagina durante la penetración y el desarrollo del coito, se trata del trastorno conocido como dispareunia. Esto puede suceder siempre o solamente en algunas ocasiones. Generalmente se debe a una escasa lubricación vaginal derivada de una insuficiencia hormonal o provocada por el uso de desodorantes íntimos; también es consecuencia de enfermedades como la diabetes, las infecciones vaginales, las malformaciones o las cicatrices de partos o cesáreas. Al margen de las causas orgánicas, los aspectos psicológicos suelen incidir en la aparición del coito doloroso. Una mujer estresada o con tensiones tiene una cierta predisposición a sufrir una retracción de la vagina y no tener suficiente lubricación, al igual que si el pene del amante es demasiado grande, incluso antes de que la penetre, ella teme que le haga daño y contrae automáticamente los genitales.
Ante el dolor coital, la actitud de los amantes suele ser diversa. Afrontarlo para tratar de hallar una solución es el camino adecuado, porque este trastorno, a la larga, crea en ella la ausencia de deseo.
Se llama así a un acto reflejo por el que se contraen automáticamente los músculos de la vagina ante el intento de penetración, a diferencia de lo que sucede normalmente, que es la distensión de los mismos durante la relación sexual. La contracción varía notablemente de una mujer a otra; puede desde producir un pequeño estrechamiento del canal vaginal a cerrarlo por completo, generando en uno u otro caso –respectivamente- dolor o imposibilidad de penetración; este trastorno puede tener lugar incluso cuando ella está excitada y disfrutando del sexo. Uno de los problemas que acarrea es que si la pareja no comprende que se trata de un acto involuntario, puede creer que ella siente rechazo -de forma inconsciente o consciente- ante la sola idea de ser penetrada; lo que obviamente terminará perjudicando a la relación. En ese caso, conviene que un especialista compruebe si hay algún tipo de trastorno en la pelvis y también, para evitar suspicacias, que demuestre a la pareja, introduciendo un dedo en la vagina durante el examen, que se trata de un acto puramente reflejo y que por lo tanto no es una respuesta al acto sexual. La mayoría de las veces es el producto de una cuestión de tipo psicológico, debido a una vivencia traumática anterior o a miedos Incontrolables, por ejemplo, a la violación o a sentir dolor. Habitualmente se resuelve en un 95 % de los casos, después de un breve tratamiento con un psicólogo, mientras que es raro que la solución sea espontánea.
El trastorno llamado vaginismo puede tener lugar incluso cuando ella está excitada y disfruta del sexo.
Las infecciones o inflamaciones vaginales, el himen rígido o las malformaciones pélvicas o genitales también pueden ser causas –en este caso orgánicas- de que se contraigan involuntariamente los músculos de la vagina.
Algunas mujeres, en los días previos a la menstruación, suelen sentirse tensas, irritabas o tener síntomas tales como mareos, dolores de cabeza, hipersensibilidad o dolor en los pechos, depresión y nerviosismo extremo, entre otros. Sus causas no se conocen con exactitud, pero se asocian a los cambios hormonales, sobre todo a la relación de los estrógenos y la progesterona, así como también a deficiencias vitamínicas y a la retención de líquidos que se producen en el organismo femenino durante esta fase del ciclo menstrual. Desde la sociedad y, sobre todo, desde la óptica de muchos hombres, se ha considerado el síndrome premenstrual como una, especie de capricho del carácter femenino, pero lo cierto es que éste afecta en realidad a un porcentaje variable pero bastante alto de mujeres -entre un 25 % y un 75 %- aunque sólo un 5 % de ellas ve alterado su habitual funcionamiento vital por este motivo. Este trastorno, así como el ciclo menstrual propiamente dicho, genera actitudes muy controvertidas. Por un lado, se utiliza como justificante de ciertas conductas femeninas poco sociables pero, por otro, también es la excusa para discriminar profesionalmente a la mujer.
El intercambio sexual durante la menstruación es un tabú que aún persiste, tanto en la mujer como en el hombre; ella, por considerar que está «sucia» y él, por aprensión a la sangre. Lo cierto es que no existe ninguna contraindicación para el sexo durante este período y, por el contrario, hay mujeres que practicándolose sienten más excitadas y además alivian los calambres abdominales y los dolores lumbares.
La bacteria conocida como chlamydia trachomatis genera una infección que se transmite por contacto con el tejido mucoso de la vagina, provocando en el cuello uterino de la mujer la dolencia llamada cervicitis. En ocasiones se ven afectados la uretra, el recto y la boca. En el hombre se localiza en la uretra y en este caso el trastorno se denomina uretritis. Siempre se contrae a través del contacto con una persona infectada. Los síntomas femeninos no son demasiado claros, por lo que a veces resulta difícil determinar el problema, que puede confundirse con otro cuadro clínico. En todo caso, las expresiones más evidentes de la cervicitis son: secreciones vaginales espesas que a veces tienen un color amarillento y un olor peculiar -diferente del que habitualmente tiene el flujo vaginal- así como dolor en la zona del bajo vientre y molestias al orinar. El tratamiento que se prescribe es de antibi6ticos -tetraciclinas- y es importante la rápida cura de esta dolencia, ya que si progresa puede llegar a provocar esterilidad, tanto en él como en ella.
Es fácil que se confundan los síntomas de la clamidia con los de la gonorrea, sobre todo en elhombre, ya que en este caso aparecen secreciones transparentes que luego adquieren una consistencia cremosa, acompañadas de dolor y aumento de la urgencia y la frecuencia en las ganas de orinar.
Como en la tricomoniasis, afecta con mayor frecuencia a la mujer, mientras el hombre no presenta síntomas. Pero en este caso el responsable es el hongo candida albicans. Puede contagiarse por contacto sexual, ropa, toallas, objetos que se intercambian, entre otras vías. Asimismo, el uso prolongado de antibióticos, el estrés o la diabetes favorecen la aparición y proliferación de las infecciones por cándida. La evidencia de haberla contraído se materializa en el aumento de la secreción vaginal, que aparece en forma de flujo viscoso muy espeso, de color blanco, intensa e insistente picazón y olor mohoso; en ocasiones puede extenderse la infección a las vías y la vejiga. En el caso de que el hombre presente sintomatología -cosa infrecuente- se percibirá por el enrojecimiento del glande y prurito en el pene. Aunque no es una enfermedad peligrosa, si es molesta y dolorosa. Una vez contraída conviene desinfectar cuidadosamente las prendas íntimas porque la cándida puede resistir varios lavados sin desaparecer. El tratamiento indicado deben realizarlo por igual ambos integrantes de una pareja y mantener relaciones sexuales con preservativo hasta su total curación
Muchos especialistas recomiendan como preventivos incluir en la dieta la vitamina C y los alimentos que la contienen, como los críticos o las patatas, porque fortalecen el sistema inmunológico. Con las defensas bajas es más fácil que se produzca una candidiasis.
Se denomina de este modo y en general al grupo de infecciones generadas por hongos. Si bien en la mayoría de los casos no son trastornos graves, las micosis están muy extendidas y actualmente han adquirido gran importancia porque afectan a personas con el sistema inmunológico deprimido. La cándida y las tricomonas, tratadas en puntos anteriores, se incluyen en este tipo de micosis vaginales, y se encuentran entre las más frecuentes. Para que el diagnóstico y posterior tratamiento resulten certeros es preciso determinar, a través de cultivos o por exposición al microscopio de una muestra de flujo o del tejido afectado, exactamente qué hongo produce la infección. Las micosis se suelen remitir con un tratamiento de antibióticos funguicidas que, dependiendo de la extensión y gravedad de las mismas, se administran por vía oral o endovenosa. También se combinan con pomadas o cremas de aplicación tópica y una esmerada higiene, tanto de la zona genital como de las prendas que están en contacto directo: ropa interior, sábanas y toallas.
Además del área genital, las micosis afectan a otras zonas de mucosas en el organismo, como son la cavidad bucal y la lengua, los ojos, el esófago, y los espacios interdigitales de los pies o lasmanos.
Consiste en una operación quirúrgica en la que se extrae el útero y, si es necesario, en ciertas ocasiones, también los ovarios, lo que provoca -cualquiera que sea la edad de la mujer a la que se le practique- el consiguiente proceso menopáusico. Tal como hemos explicado, la sexualidad no tiene que ver únicamente con el funcionamiento o la presencia de determinados órganos y, la sintomatología que puede presentarse en la mujer a la que se le ha practicado una histerectomía completa, se resuelve eficazmente con los adecuados tratamientos hormonales. Éstos están destinados a sustituir las hormonas que el organismo produce de manera natural durante la edad fértil -ya sea ingiriéndose en forma de cápsulas o pastillas, parches u otras preparaciones específicas-, para que se cumplan sus funciones de lubricación vaginal e intensificación de la excitación, aunque ésta procede fundamentalmente de la esfera psicológica y del estímulo sexual que se produzca entre los amantes. En este aspecto, la peculiar sensualidad femenina es una aliada, ya que no se centra exclusivamente en respuestas físicas ni depende de factores mecánicos, como sucede con la erección masculina. De manera que es posible mantener relaciones sexuales placenteras después de esta intervención. Pese a todo, hay hombres y mujeres que asocian la histerectomía a la pérdida del apetito sexual femenino; como también puede suceder que ellas se sientan deprimidas por haber finalizado antes de tiempo su ciclo de fertilidad. Si es así, conviene que busquen ayuda psicológica y, al cabo de un breve espacio de tiempo, verán cómo recuperan la calidad de las relaciones sexuales, en muchos casos incluso con mayor intensidad que en el pasado.