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UN OBISPO EN EL ATOLLADERO

1. UN OBISPO EN EL ATOLLADERO
   
Autor: Marqués de Sade
Fecha: 26 del 09 de 2008
Leido: 3097 Veces


• Resulta bastante curiosa la idea que algunas personas piadosas tienen de los juramentos...
• [align=center:25fd9aa0cd][font=Comic Sans MS:25fd9aa0cd] [size=18:25fd9aa0cd][color=red:25fd9aa0cd] Marqués de Sade [/font:25fd9aa0cd] [/size:25fd9aa0cd] [/color:25fd9aa0cd][/align:25fd9aa0cd] [align=center:25fd9aa0cd][font=Courier New:25fd9aa0cd][color=brown:25fd9aa0cd][size=18:25fd9aa0cd]UN OBISPO EN EL ATOLLADERO[/size:25fd9aa0cd][/color:25fd9aa0cd] [/font:25fd9aa0cd][/align:25fd9aa0cd] [font=Webdings:25fd9aa0cd] [size=14:25fd9aa0cd] [color=violet:25fd9aa0cd] Resulta bastante curiosa la idea que algunas personas piadosas tienen de los juramentos. Creen que ciertas letras del alfabeto, ordenadas de una forma o de otra, pueden, en uno de esos sentidos, lo mismo agradar infinitamente al Eterno como, dispuestas en otro, ultrajarle de la forma más horrible, y sin lugar a dudas ese es uno de los más arraigados prejuicios que ofuscan a la gente devota. A la categoría de las personas escrupulosas en lo que respecta a las \"b\" y a las \"f\" pertenecía un anciano obispo de Mirepoix que a comienzos de este siglo pasaba por ser un santo; cuando un día iba a ver al obispo de Pamiers su carroza se atascó en los horribles caminos que separan esas dos ciudades: por más que lo intentaron los caballos no podían hacer más. -Monseñor exclamó al fin el cochero a punto de estallar-, mientras permanezcáis ahí mis caballos no podrán dar un paso. -¿Y por qué no? -contestó el obispo. -Porque es absolutamente necesario que yo suelte un juramento y Vuestra Ilustrísimo se opone a ello; así, pues, haremos noche aquí si Ella no me lo permite. -Bueno, bueno contesto el obispo, zalamero, santiguándose-, jurad, pues, hijo mío, pero lo menos posible. El cochero blasfema, los caballos arrancan, monseñor sube de nuevo... y llegan sin novedad. [/font:25fd9aa0cd][/size:25fd9aa0cd] [/color:25fd9aa0cd]

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