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Expulsión de la mayor parte de la población judía de España.


 

Expulsión de la mayor parte de la población judía de España.

En la plena Edad Media se trasladan a la España cristiana desde la España musulmana, donde, en las épocas de islamismo que sobrevienen bajo los almoravides y los almohades, empieza a haber intolerancia religiosa. En la España cristiana, la prosperidad es creciente y hay tolerancia. Ni siquiera se les aplica la prohibición que afectaba a los cristianos de prestar dinero a interés y algunos se dedican a las finanzas, e incluso son protegidos por los reyes y por los nobles.

España, a la que llaman Sefarad, llega a ser su hogar preferido, porque además sufren las expulsiones de Inglaterra (1290) y de Francia (1306). Con la crisis de la Baja Edad Media, también en los diversos reinos de España empieza a haber explosiones de violencia por parte de las capas bajas de la población contra los judíos (1328 en Estella, 1391 en muchos lugares de España), aunque las autoridades los siguen protegiendo. La presión popular contra los judíos se intensifica a lo largo del siglo XV y se extiende a sectores superiores de la sociedad la explosiva mezcla de acusaciones de usura con las religiosas contra los falsos conversos judaizantes.

Esta presión al final ya no es contenida por la Corona de Castilla y Aragón, cuyos reyes firman el decreto de expulsión de los judíos en 1492. También serán expulsados de Portugal (1497) y de Navarra (1498) por sus respectivos reyes. Es la medida más traumática producida por la distorsión renacentista en la religiosidad católica. Porque en la Plena Edad Media es cristiana la sociedad, aún más, pero hay tolerancia para los judíos.

Es una expulsión por motivos religiosos distorsionados por la modernidad renacentista, no por motivos racistas, puesto que no son expulsados los judíos conversos, ni los que se hacen bautizar en aquel momento. Aunque el decreto dice que el problema de que haya falsos conversos es por la presión de los que siguen siendo judíos, seguirá existiendo el problema de los judaizantes y de la actuación de la Inquisición contra ellos. Los sefarditas expulsados de España fueron quizá unos 180.000. Aparte de la pérdida demográfica y económica, crearse como enemigos a los financieros de este origen fue un gran problema para España en la época de su hegemonía mundial que ahora empezaba. Continuamente tendrá problemas financieros