Farmacias de guardia de la provincia de Alicante.
La luz de la pequeña radio sobre la mesilla, junto con la escasa luz que penetraba, entre las rendijas de la persiana, daban a la habitación una serie de sombras y figuras extrañas, que desaparecerían cuando el sol se colara en la tranquila estancia.
Un suave murmullo musical dejaba oírse en la amplia habitación, los dos cuerpos que ocupaban la cama, después de amarse, habían quedado abrazados y la música les acompañaba en el sueño reparador.
Seguía la música sin quebrantarlo, Joan Rosell, fue despertando apaciblemente, unos segundos le bastaron para entrar en situación. La canción que sonaba en el pequeño aparato, la conocía de su estancia en Francia con sus padres. Él era un niño, la melodía era muy oída en aquellos lejanos años (La vida en Rosa) la Piaf, con su increíble voz daba una atmósfera de nostalgia, mezclada con una incomprensible tristeza.
Su despertar, posiblemente fue debido al ligero fresco que se colaba a través de la persiana del balcón abierto, decidió levantarse y cerrarlo. No quiso apagar la radio, no iba a conciliar el sueño.
Belén Martínez hizo un movimiento inconsciente, apoyando su cabeza sobre el pecho de Joan.
Por su cabeza paso la idea de que podían formar una pareja feliz, aunque los recuerdos le arrastraban al pesimismo, creía tener algo de adivino. Pero nunca hubiera pensado que ya no cruzaría una palabra con la persona que se abrazaba a su cuerpo con cara de satisfacción.
Había nacido en el barrio de Pueblo Seco, su padre Jaime Rosell, mecánico de profesión, había sido pretendiente de Margarita Valls, pero tenía la ingenuidad de los hechaos palante.
Ella sabedora de su espléndido cuerpo y de una ambición que iban a la par, hizo de su capa un sayo y probó fortuna en el mercado de las apuestas.
Intento ganar lo mayor posible, y dejando las cosas del corazón en segundo termino. Una postura muy de acuerdo con los tiempos que corrían, y con la carrocería que le había dado la naturaleza.
Joan todo lo sabía de los sucesos familiares, eran suposiciones, deducciones que con el paso del tiempo iba completando.
Su padre se casó con Inés, hermana de Margarita, y todos quedaron tan contentos. Quizás Inés pensó que el matrimonio era una cosa que tenía que suceder sin darle la importancia que había que darle.
La boda de Margarita con un rico médico, bastante mayor que ella, coincidió con la marcha de la familia Rosell a Francia.
¿Cómo pudo cazar Margarita tan buen partido?. Entra dentro de la rumorosa cantidad de conjeturas, aunque la idea más aproximada era la de que se conocieron en el baile La Pérgola, un sábado por la noche, donde el afamado doctor tenía su cuartel general. Los dos sabían lo que querían, y llegaron a un rápido arreglo adornándolo con todo tipo de frases que acompañan todo tipo de transacción de este calibre.
La vida en Francia transcurría para los Rosell, entre la monotonía y un bienestar desconocido. Jaime era un buen profesional y se ganaba bien la vida, le gustaba arreglarse bien, y marcharse de picos pardos con su amigo Fermín Pradera, hombre apuesto y conocedor del ambiente parisino.
Pradera era un enamorado de los bailes de salón con las señoras algo mayores, llevaba toda la vida en Francia, y tenía una manera de pensar que casi nunca dejaba entrever. Solía trabajar lo menos posible, y algunos comentarios no le eran favorables.
Inés, parece que nunca vio con malos ojos a Pradera, cosa chocante.
Con el tiempo, Joan recordaba aquellos años, algunas veces al volver del colegio, veía a Fermín con su madre, si había algo entre ellos nunca se sabrá, y si Jaime lo sabía y le daba igual, entra dentro de lo posible. Aquel ambiente era muy diferente, y Rosell padre, debía tener sus asuntillos.
Cuando murió el marido de Margarita, decidieron volver, pues había quedado en una situación económica envidiable, y todos juntos sería mejor
Recordando la vuelta, siempre se acordaba cuando vio la fábrica de Anís El Mono en Badalona, botella que siempre había admirado en su casa de París. Cuando venía de visita Fermín, siempre la sacaba su padre del mueble bar, le dejaban probar un poco y se le quedaban los labios pegajosos. Su padre sintió...
Con la cabeza cuando Joan se la indicó con el dedo, pero tenían que preparar las maletas, estaban cerca de la ciudad Condal.
Margarita con vestido verde manzana, les estaba esperando, a pesar de su corta edad, Joan la encontró muy atractiva. Siempre recordaría ese momento, son las cosas de la mente, y un adolescente nunca olvida el despertar de una nueva sensación que le perseguirá toda la vida.
Cuando se abrazaron las dos hermanas, su mayor parecido estaba en los ojos. De un verde oscuro los de su madre, y mucho más claros los de su tía, había más malicia en los de Margarita, de ese detalle se dio cuenta años más tarde, no podía apreciar aún esas cosas.
Pasaron la primera noche en el piso que su tía tenía en el Paseo San Juan. Fue una noche de comentarios y de miradas de todo tipo.
Joan desde su visión juvenil, no podía sacar muchas conclusiones de los trapicheos que se pudieran llevar. Fueron a cenar a un restaurante que estaba cerca y luego todos a la cama.
Cuando Joan se retiró por el pasillo a su habitación, pudo ver el espléndido cuerpo de Margarita muy ligera de ropa, mirándose en el espejo del armario.
Pocos fueron los días que estuvieron en el paseo de San Juan, su traslado a Premia de Mar era inminente, era la casa de la playa que también había heredado Margarita. Era una cosa que la tenían hablada antes de venir de Francia.
Ellos vivirían en Premia y de esa manera cuidarían de la casa, y cuando se acercara Margarita tendría todo a punto y no tendría que preocuparse más que de tomar el sol.
Solo tuvieron que llevar las ropas, se quedaron sorprendidos de lo bonita que era la casa. Tenía dos plantas y una azotea donde se podía tender, la vista del Mediterráneo a esa hora como un campo azul lleno de luces.......
La casa también tenía su pequeño jardín en la parte de atrás, con un limonero y flores de todos los colores.
El primer día fueron a darse un chapuzón a la playa, y luego Margarita demostró el dominio de la cocina con una excelente paella.
Jaime se acercó al casino después de comer, donde era un autentico desconocido, pronto se sintió en un lugar que por derecho propio le pertenecía.
Las caras de curiosidad, pronto se volvieron familiares y compartía partidas de cartas, ajedrez, parchís. Todo lo dominaba con cara seria y jugadas inteligentes. Desprovisto de la cultura de los libros, siempre leía los periódicos y una inteligencia natural, que le daba aplomo en todas las ocasiones.
Con el oficio bien aprendido, pronto comenzó a trabajar en un taller de Badalona. Joan con diez años se integró pronto en el colegio con los demás chicos.
Inés poco dada a exteriorizar sus alegrías y tristezas pasaba más desapercibida, aunque gustaba de salir por las noches ( A tomar la fresca) habito bastante extendido en los países mediterráneos, prefería escuchar y pocas veces daba su opinión. Si iniciaba un comentario, era como las aguas que se dejan arrastrar lentamente.
Cuando Joan Rosell sale de la oficina de la Catalana de Gas, su lugar de trabajo, situado en la Puerta del Angel, han pasado veinte años, es todo un hombre con gran parecido a su padre, la diferencia es su carácter equilibrado y una cultura que el pobre Jaime nunca tubo la oportunidad y la poca fortuna o mejor decir desgracias que abrazaron todo su entorno familiar.
En estos momentos Joan esta solo y vive en el piso de su tía Margarita, y la casa de Premia, también de su propiedad, es el lugar para los fines de semana y las vacaciones. Los sucesos para llegar a esta situación los iremos conociendo más adelante.
Podía llover, pensó al comprobar la atmósfera cargada, limpiar la cara de la ciudad. Las Ramblas llenas de gente mostrarían su colorido y su vivacidad convirtiéndola en el sueño de todo paseante, encanto especial, una acuarela en movimiento, un óleo donde todos los transeúntes sienten la necesidad de comenzar a moverse, el sello de identidad de Barcelona, fulgurante resplandor del diamante de la ciudad.
Son los pensamientos de una persona que ama la ciudad en la que vive unas ideas que bullen en una cabeza que le gusta jugar a lo seguro.
Cuando se le ve entrar en el Bar con camisa de manga larga. Los finales de abril tienen su duende, al momento tiene el (tallat) con el correspondiente saludo de Antonio, el camarero.
- Pásame la Vanguardia Antonio –encendiendo un cigarrillo mira la cartelera.
La clientela, están los de siempre, a esta hora de la mañana. Parece faltar lo más importante, la joven que coincide algunos días, le gusta a Joan. A él le parece distinta, pensamiento habitual entre gente que se gusta, pero si Joan la ve así pues es así.
Llega la chica y se coloca junto a él, se miran y se saludan con un “hola” jamas han hablado.
Siempre suele llevar un libro y un pequeño bolso para el tabaco y el dinero. Lleva pantalones grises ajustados y una camisa blanca con el cuello levantado.
El inicio de la esperada conversación lo lleva ella, en la mano y lo apoya en el mostrador –La cartuja de Parma-
Pocas veces lo vio tan fácil Rossel, jugaba con ventaja.
- También te gusta la astrología, como al padre Blanes.
- ¿Te gusta la lectura? –Joan respondió afirmativo.
- Preferiría el Lago de cómo, ¿y tú?.
- Creo que se pueden hacer las dos cosas, menos ir a luchar a Waterloo.
- Yo lo leí hace bastante tiempo, ahora suelo leer cosas más cotidianas e intento escribir relatos a mi medida.
Ella se le quedó mirando fijamente, era cinco centímetros más pequeña, la mirada iba casi en paralelo, ella con mirada azul como las profundidades del Océano, y la de él azul claro, como las costas caribeñas.
- Yo es la segunda vez que lo leo, la primera fue por motivos de redacción en el colegio, esta segunda vez me gusto mucho más.
- Yo leo como forma de viajar, elijo el sitio y la época y me traslado con el autor, no todos consiguen llevarme de viaje, pero ya los conozco a la mayoría.
- Y lo de escribir ¿cómo te ha dado por ahí?.
- En eso no tengo explicación, puede que de tanto leer quiera probar, algo de reto personal, entretenimiento, naturalmente nunca como medio de vida. Tiene que ser terrible escribir para vivir, las ideas no salen cuando uno quiere, creo que estoy diciendo una serie de sandeces o a lo mejor no, eso ya depende de tu opinión.
- Creo que lo has explicado bien, aunque a mí nunca se me hubiera ocurrido escribir, tendré que intentarlo, ahora tengo que marcharme, ya nos veremos, me llamo Belén.
Joan se presentó y se dieron la mano reteniéndola lo suficiente para indicar interés de seguir en otro momento hablando.
Salió Belén del bar junto con Joan y cada uno se fue a su respectivo trabajo. Se preguntó como podía andar tan suelta una chica así, pero eso debe de ser cosa común entre gente que se gusta, estaba bajo ese tipo de pensamientos cuando en la cera de enfrente le aprecio ver a tres personas que lo llamaban, quedó como petrificado apoyándose la espalda en la pared. Eran sus padres y su tía Margarita con el vestido verde manzana, parecían llamarle con la mano, por un momento pensó que se le iba la vista, se recobró dándose cuenta que en la otra acera lo que había era gente normal que iba a sus asuntos.
Cuando llegó a la oficina tenía las pulsaciones muy altas, pero nadie pareció notar nada, se fue tranquilizando poco a poco.
Belén regresó a la tienda de objetos para pintores y exposición de cuadros que regentaba Conchita, una hermana de su madre, mujer de carácter liberal, no le pareció ver nada extraño en su sobrina, acaso un poco más de brillo en los ojos, pero no estaba en su carácter hacer ese tipo de preguntas cuando el tiempo es el que siempre da las respuestas.
En el despacho de Juan sonó el teléfono, su amiga Merche hacía su habitual llamada a su amigo Juan, irían al cine, esa fue la conclusión.
Al colgar el aparato, Rosell quedó pensativo, habría que tomar una solución, ella vivía en Pueblo Nuevo y trabajaba en la Diagonal a la altura de Rambla Cataluña.
De constitución fuerte, tenía gracia y agilidad en sus movimientos, todos sus poros respiraban bondad, habladora, sincera, quizá demasiado, le faltaba la picardía de la pequeña mentira que tanto gusta a los hombres.
Él, ¿por qué no lograba encapricharse de ella?, le dolía enormemente.
Persona de buenos sentimientos, Juan sabría que tenía que terminar, la presencia de Belén le hizo ver claro.
Para este tipo de juegos, solo pueden ser dos personas, la lógica siempre va en contra de alguien.
Lo agradable del encuentro fue la película “El Apartamento”, luego pensaría Juan, la mala elección de la película para un momento tan delicado. Tenía la ventaja de que entre los dos nunca había habido ni un simple beso, extremo este que quiso Joan para tener la salida más fácil.
Merche que ya debía tener asimilado el no conseguir ciertas satisfacciones, recibió la noticia de (mejor dejarlo un tiempo), con ojos un poco nublados, en la entrada del metro donde se despidieron, Vía Layetana.
La única satisfacción que tuvo Rosell, fue el reconocer que siempre había sido un caballero con ella, dentro de lo posible, pero esto se podía repartir entre los dos hilando fino.
Al domingo siguiente se fue a Premia y comió en el Club Náutico con la tieta Dolores, mujer de gran bondad, vivía puerta con puerta con Joan, había sido intima amiga de Inés.
Cuando se quedó solo, Dolores fue como una segunda madre para él, se hacían compañía mutuamente y hablaban de todos los temas, ella tenía la sabiduría que da la vida a una persona sensata, tenía su propia filosofía, a veces sorprendente por su carencia de estudios
Siempre le decía a Joan que se buscara una buena chica, que la soledad es muy mala, ella hacía tiempo que lo había comprobado en propia carne.
Muy de tarde en tarde iba a ver a su abuelo paterno a la residencia de Balaguer, había tenido el genio muy fuerte. Ahora en sus últimos años parecía mucho más tranquilo, pero la química entre abuelo y nieto nunca había funcionado, algo extraño, había sido un mujeriego empedernido, ésta podía haber sido la clave del distanciamiento, pero no dejan de ser conjeturas de poco relieve.
Para que Juan Rosell a finales de los setenta se encuentre solo en el mundo han tenido que suceder cosas extrañas como si una mano con las uñas negras le hubiera rasgado parte de su vida.
Cuando aparecía Juan en el Casino de Premia, las especulaciones de los hechos eran de todos los colores, el tiempo había lavado tanto la ropa de los hechos, que distinguir sus verdaderos colores era ya muy difícil y era el propio Juan el que trataba de no acordarse de los tres cuerpos queridos que descansaban rodeados de cipreses.
Para intentar explicar lo ocurrido de una manera objetiva tendremos que contar lo que se sabe y un poco de lógica, palabra atrevida en este caso.
Nos remontaremos a la noche de San Juan de hace bastantes años. Después de cenar Jaime salió de su casa en dirección al Casino, la cena había sido copiosa y bien regada de vino y cava. Inés estaba en casa, la enfermedad la estaba devorando de forma irreversible, aunque ella era algo ajena a la realidad.
Margarita había dado ordenes a un conocido médico de que no sufriera en absoluto, si hacía falta que la ética médica fuera por el filo de la navaja, ella lo iba a intentar. Dolores su vecina le hacía mucha compañía, eso le dio pie a Jaime a la salida nocturna, con el pretexto de la fiesta, necesitaba un desahogo, los nervios estaban a flor de piel. Joan también estaba en casa , era un chico muy estudioso.
Una vez en el Casino se dirigió al teléfono he hizo una llamada, los amigos del Casino luego comentarían que se figuraban a quien llamaba, conocían la talla de mujeriego, pero era materia reservada, si estaba él presente. Llevaba unos años como encargado de una empresa de transportes de Badalona. Su misión tener siempre a punto la flotilla de camiones. Todos lo respetaban, Jaime era poco dado a la broma.
Tenía un pequeño coche y con él se dirigió a Barcelona.
Bastante cargado de alcohol, llamó en la puerta de Margarita, y ésta le abrió con un aspecto provocativo, últimamente le daba bastante a la botella, estaba empezando a perder los nervios, lo de su hermana y la pasión que había resurgido entre los dos, todo podía convertirse en un polvorín. Llevaba una bata de seda, dejando distinguir bien a las claras lo que escondía debajo.
Jaime la besó con fiereza en la misma puerta
-Vienes como un soldado de permiso –dijo ella al recobrar el aliento. Él la siguió hasta el cuarto de estar, tenía ya preparada la botella de cava.
-Vamos a bailar Jaime, como lo hacías en París, la música era la que empleaban siempre, el comienzo del desenfreno.
Todo se había convertido en un ritual, pero cada vez era más a lo bestia, la Piaf con su (La vida en rosa) se fundían los dos cuerpos, se contorsionaban, él empezaba siempre desnudo y le iba quitando la bata poco a poco.
Esta vez Jaime venía como una brasa, no podía aguantarse, mordía a margarita en todas las partes del cuerpo, sus pechos parecían que iban a explotar, ella no hacía más que reír pero ya no se sabía a que correspondía tanta risa, ¿por qué?, preguntaba él, ¿por qué?, comentario un poco absurdo, ella seguía con su risa y su cuerpo ya era un volcán.
“Nunca me aceptaste como marido, si eres todo para mí”, Margarita parecía hacer las muecas que producen el alcohol, aun le salieron a ella unas poco adecuadas palabras. –Una cosa es el amor y otra la conveniencia -y siguió –nunca lo entenderéis los hombres, confórmate con lo que te doy.
Jaime mordiéndole un pecho quedó como paralizado, la lógica ya no funcionaba en el cerebro de Jaime, eso no se lo podía decir a él.
Una fiereza se apoderó de él y le dio un tremendo puñetazo, cayó sobre el canto de la mesa pequeña.
Ella en el suelo, él intentó abrirla de piernas para penetrarla, una vez encima de ella le cogió la cara con las manos para que le mirara. Ahora era de él, siempre mandaría solo él.
Los ojos de Margarita habían perdido el brillo, los brazos se habían escurrido de su cuerpo, él siguió moviéndose, el alcohol lo había embrutecido. Lentamente se fue levantando, restregándose el sudor de la cara, lo que tenía a sus pies era un cuerpo sin vida con un rictus de sorpresa en su cara, que poco a poco se iba convirtiendo en una mueca macabra.
Completamente fuera de si, intentó penetrarla por la boca hasta quedarse tranquilo después de soltar el semen.
Terminó la botella, la llevó a la bañera y soltó el agua, intentó arreglar todo un poco y salió dando traspiés.
A los primeros rayos de sol se presentó la policía en Premia de Mar para dar la terrible noticia del fallecimiento de Jaime en su automóvil. Iba conduciendo por la izquierda y había chocado de frente contra un camión. Inés tubo que ser tratada de un ataque de nervios, y fue Juan quien se encargó de ir a reconocer el cadáver.
Lo de Margarita se supo poco después, y unos meses más tarde el fallecimiento de Inés. Lo que llegó a sufrir Juan, solo lo sabe él y Dolores.
Pero el tiempo se encarga de volver los sucesos de color sepia y distorsionando los hechos de manera que todo resulte más llevadero.
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Joan llevaba unos días sin ver a Belén, el viernes apareció por la cafetería, se pusieron juntos en el mostrador y Rosell pidió a Antonio que le diera el impreso de una quiniela para hacerla junto a Belén, con el motivo de que ella le iba a dar suerte, pasaron un rato con la quiniela que a ninguno de los dos importaba mucho, pero era una forma de tener algo que les retuviera para hablar otra vez.
Estuvieron hablando de un montón de cosas, Joan se empleó a fondo.
Todo el mundo tiene sentido del humor si el interlocutor lo cree así, y a Belén le hacían gracia las cosas que contaba Joan, teniendo en cuenta que la risa y el amor van muy juntos, todo parecía andar bien a la futura pareja.
Joan y Belén siguieron tomando café muchos otros días, se acercaba ya el mes de mayo. Joan creyó ya necesario hacerle una invitación, pasando de compañeros de café, a pareja paseante, sabía que su posición ya no tenía otra salida.
Según como se mire, conjeturas que bullían en la mente de Joan sin darse cuenta, había empezado la casa por el tejado, pisaba ya terreno peligroso.
El haberla conocido en un lugar de copas de una forma más rápida.....
Ahora sabía que tenía poco margen de maniobra, y decidió darle una larga cambiada a la vida.
La invitó un sábado para comer en El Corte Inglés de la plaza Cataluña. Belén, sabía que esa invitación podía llegar y ya estaba preparada.
Sus padres vivían en Lérida, pero estaban separados, ella por experiencia creía poco en la pareja, de pensamientos muy en consonante con los tiempos que corrían.
Aceptó la invitación, naturalmente la hora la tendría que marcar ella. El eterno juego había comenzado, el fin siempre suele terminar en el mismo sitio, la cama.
El sábado como corresponde, había amanecido espléndido, Joan estuvo hasta muy entrada la mañana leyendo, había escogido a ZOLA.
El título (La bestia humana), la había comprado el domingo anterior en el rastro que ponen en el mercado de San Antonio.
Serían las doce cuando se levantó, una ducha y después el afeitado, los ojos que le miraban através del espejo. Vieron un rostro más alegre que de costumbre, se encontraba más tranquilo después de consultar con un médico, sobre la visión que le había parecido ver de sus padres y Margarita.
El doctor, le dijo que podía ser algo relacionado con un estado nervioso, pero que carecía de sentido. Si quería visitar a un especialista, podía hacerlo, pero todo quedaría en unas pastillas para tranquilizarlo en un momento concreto. Joan hombre práctico desistió de la idea y dio por terminado el asunto.
Siguió mirándose en el espejo, preguntándose si Belén lo vería como se veía él. Dejó los pensamientos absurdos y terminó de arreglarse.
Fue andando tranquilamente hasta la puerta principal de El Corte Inglés, plantado como una estatua, se encontraba Joan en la puerta de los grandes almacenes; mirando hacia todos los sitios para ver venir a Belén, la intranquilidad de siempre en las primeras esperas, una prueba de fuego para todos los pretendientes.
Intranquilidad injustificada la de Rosell, Belén le estaba observando desde dentro de El Corte Inglés; llevaba unos minutos observando los artículos y luego se dedicó a mirar la impaciencia de Joan. Estas pequeñas bromas formaban parte de su personalidad.
Se dio cuenta de que le tapaban los ojos con las manos, se volvió riéndose sabía que la tenía detrás.
-Llevas mucho tiempo observandomé.
-Perdona, pero hay cosas que me resultan casi difíciles de evitar.
-Tiene que ser divertido ver esperar, pero los hombres siempre interpretamos el mismo papel. Y ahora para arriba, al restaurante, eso también forma parte del varón, el mandar o por lo menos intentarlo.
La vista desde el restaurante era de sobras conocida para Rosell. Sentados en una mesa podían ver el Paseo de Gracia, que pronto quedaría vacío de circulación.
-Las primeras comidas, cuando es invitada una chica suelen ser ligeras.
Belén se le quedó observando, viendo que sonreía.
-Te advierto que yo tengo buen apetito y no soy de engordar.
La comida transcurrió con bastante buen humor, los dos tenían en común tomar las cosas de la manera más alegre, si tenían que llegar problemas, eso quedaba para más adelante.
-La hora del café parece la de los comentarios más serios, pero también se puede hacer una excepción y dedicarse a observar a la gente que está comiendo y adivinar lo que están hablando.
Este comentario de Joan, no tenía ningún significado, eran las tonterías que se dicen cuando uno se encuentra a gusto con una persona. Belén estuvo de acuerdo con esta argumentación
Los temas de sus respectivas familias, era un tema que lo habían tocado en días anteriores. La conclusión compartida, era no tocar el asunto. Las cosas sucedidas en el pasado, tenían poco de agradables.
-Explicamé como es eso de empezar a escribir –Belén iniciaba una conversación que tenía visos de prosperar.
-Interesante pregunta, fácil respuesta, es intentar hacer tu mismo, lo que te gusta que hacen otros.
-La respuesta esta bien, pero sigue explicándote, quiero verte hablar sobre este tema.
-Como te diría yo, es una explicación que puede resultar apasionante, la manera de trasmitir lo que piensas poniéndolo en boca de un personaje, poniéndose uno divino, un reto personal, en plan de andar por casa, una manera de pasar el rato. Esta puede ser una explicación acertada, pero la definición perfecta sería, porque me gusta, y el que me guste es por los motivos mencionados, he conseguido la pescadilla que se muerde la cola.
-El otro día intente yo y me siento incapaz –respondió Belén dándole fuerza al comentario extendiendo las manos.
-No te preocupes por lo de la escritura, sigue leyendo, la imaginación solo tiene sentido si los demás la ven como tal, pero como todas las cosas uno tiene más facilidad para un trabajo, pero nunca hay que darle demasiada importancia. Todas las actividades tienen importancia para la sociedad, incluso la prostitución.
-Pues me parece muy bien lo que has dicho.
-Me estoy poniendo demasiado trascendental, teniéndote aquí delante sin decirte que tu aspecto es estupendo. Te iba a comentar el contraste de tus ojos azul mediterráneo cuando ya se ha ido el sol, con tu pelo negro, pero como te lo habrán dicho más de una vez, mejor evitar un comentario que suena un poco machista.
-A las mujeres nos gusta que nos halaguen, pero tampoco demasiado, no esta bien insistir en el físico por que las cosas se ven y todos sabemos como somos.
Joan, se encontraba en parte algo desconcertado porque la conversación estaba resultando demasiado seria. Había que darle un giro de ciento ochenta grados.
Decidieron ir al cine, pues la tarde daba mucho de sí, no podían estar todo el rato hablando. Un respiro, al cine. Pidió al camarero La Vanguardia para ver la cartelera, optando por una de Marlon Brando.
La película resultó entretenida, luego fueron a una discoteca de mucho ambiente, cerca de casa de Joan. El estar entre tanta gente les iría bien, unos Raf y algún baile, una forma muy apropiada para intimar de una manera más cómoda para los dos. Desde tiempos inmemorables, el baile ha sido siempre el vehículo de contacto entre ambos sexos.
El baile al juntarse dos cuerpos, adquiere un lenguaje diferente, la persuasión de las palabras no tiene nada que ver con la conversación que adquieren dos cuerpos al unirse. Los sentimientos afloran mucho antes, aprenden a tocarse, la posición de los cuerpos al juntarse son un dialogo claro de una persona respecto a la otra.
Todo esto no deja de ser un comentario muy personal del que siempre estuvo de acuerdo Joan. Pero hay que reconocer también que lo contrario puede tener igual de fuerza, pero el llevar tantos años el baile como medio de comunicación, ha dado pie a que dos personas se conozcan sin ser presentadas.......
Las relaciones entre Joan y Belén seguían un curso normal, durante la semana siguiente siguieron viéndose por las mañanas en el bar de costumbre.
Toda la semana se dedicó Joan a la lectura o mejor decirlo a intentar leer, la presencia de animo, había sufrido un cambio en sus ideas. No podía apartar el pensamiento con facilidad, de todo lo relacionado con su nueva amiga.
Habría que tomar una solución, al no poderse concentrar en ninguna actividad. Decidió actuar pisando fuerte el acelerador, su relación tenía visos de complicarse, de la manera de ver las cosas que tenía quedó para el viernes en la puerta de los grandes almacenes de la Plaza Cataluña. La vio venir, parecía más guapa que nunca.
Fueron subiendo poco a poco paseando por el Paseo de Gracia, ella le iba explicando algo sobre el nuevo libro que estaba leyendo, un escritor australiano apellidado “White” premio Novel. Parecía gustarle mucho, quedó en que se lo dejaría para leer, era una manera de ir haciendo futuro de una manera seria. Joan llevaba unos días que notaba que había más de lo que en él era habitual. Entraron a tomar una copa en el “Edén”, mostrador a la derecha, gente de negocios, mujeres de diversa actividad, tenía aspecto de sitio de gentes poco formales, de maridos que iban en busca de rollo fácil, y ellas tampoco parecían trigo limpio. Joan ya conocía el lugar, pero era como una broma que le quería gastar a Belén.
Belén hace un gesto un poco raro al ver el local...
-Suponía que no sería de tu agrado, pero es un sitio tranquilo.
-No pensaba que frecuentaras estos sitios –comentó seguida de una sonrisa.
Fueron a un reservado que tenía en la parte de atrás, y se sentaron en un sofá. Cuando trajeron las bebidas, Joan se sentó muy separado de Belén.
Ella lo miró entre sorpresa y risa, había algo de cómico, Juan quería representar el papel del conquistador de toda la vida, tipo pardillo.
-Quería que conocieras este lugar porque tiene algo de gracioso, es como un transatlántico que de su antiguo resplandor solo queda sabor a unos tiempos ya superados.
-Me parece muy bien, tiene su gracia. Eres un tipo diferente, nunca se sabe como vas a actuar.
Todas parejas cuando salen, deben pensar que lo suyo es diferente, que han tenido mucha suerte en conocerse y todas esas cosas. Pero la vida siempre hace el mismo giro y acaba siendo todo igual. Por una vez parecía Joan encontrarse serio.
-No te veo muy animado.
-Son ideas mías que algunas veces me vienen de pronto a la cabeza, nunca es debido al mal carácter, altibajos del estado de animo, creo que es algo al carácter introvertido.
-Hace días que me he dado cuenta que en el fondo eres una persona pensativa y reservada.
La tarde fue pasando, hablaron de muchos temas y Joan la acompañó a su casa de la calle Balmes, donde vivía su tía.
Lo que le pasaba a Joan es lo normal de toda persona que teme perder esa libertad que le permite tomar decisiones, sin tener que consultar con nadie. Pero no se puede tener todo, el amor de una madre no tiene nada en común con el amor de la pareja.
Ésta te limita toda acción de movimiento y las fantasías de tenerlas irán desapareciendo, quedando la realidad, que casi siempre tiene un tiempo limitado de felicidad, el resto es monotonía.
El fin de semana se lo tomó de descanso, aprovechando que Belén iba a ver a su madre a Lérida.
Juan partió para Premia, se llevo un par de libros, los iba intercambiando uno de “PUZO” y otro de “CAPOTE”, el de Puzo le gustó y no miró el otro. Le gustaba como describía la vida en Sicilia, parecía estar viéndolo.
El domingo ya había quedado en que comería con Dolores, la Tieta. El sábado compró él mismo los ingredientes de la paella, era algo de lo que ya no discutían, ella sabía que si los ingredientes no los llevaba Joan, no iría a comer, también llevó helado de chocolate, los dulces le gustaban mucho a Dolores.
El domingo sobre las once fue a casa de la Tieta y pasó al pequeño jardín que tenía detrás de la casa. Siempre hacía lo mismo, iba bastante antes, se sentaba en la hamaca y se ponía a leer. Dolores lo conocía como a un hijo, sabía que la conversación sería escasa hasta la hora de la comida, pero ella disfrutaba solo viéndolo de vez en cuando leer.
A ella también le hubiera gustado aprender más cosas en su juventud. Algunas veces, salía al jardín de la casa y se quedaba observando a Joan mientras este leía. Dolores mientras tanto hacía ganchillo.
Siempre se gastaban las mismas bromas, él encontraba más difícil hacer ganchillo y ella no comprendía como se podía leer tanto libro y acordarse de todo que leía.
Durante las comidas, Joan trataba de que la conversación fuera distraída, le tiraba de la lengua a la Tieta, sobre vecinas de la calle, con las cuales él sabía que no estaba de acuerdo.
Estos temas podían ir, desde preferencias políticas, ella era muy de izquierdas, siempre decía que la gente tenía poca bondad. Otras veces por el descuido de la casa, dejando siempre la vajilla sin fregar, para ver la televisión.
Pero el tema cumbre de las comidas era el que se buscara una buena chica. Rosell siempre le contestaba que no se pasaba el asado. Esta era la línea maestra de sus comidas juntos. Él la consideraba como su familia, le llevaba siempre cosas y le preguntaba si tenía problemas de dinero.
Con la pequeña pensión que tenía era suficiente, pero se ponía contenta siempre que Joan le llevaba algo.
Tenía unos cuantos cuadros que él le había pintado, le gustaban mucho los cuadros colgados en la pared sabiendo que se los hacía Joan para ella. Solo había un único tema que nunca tocaban, todo lo referente a sus padres fallecidos.
Después Joan se iba a su casa y se echaba un poco la siesta, luego cogía el coche y a Barcelona, desde donde le llamaba muchos días preguntándole sobre todo por el dichoso reuma.
Para el sábado siguiente quedó con Belén en un bar de la calle Consejo del Ciento, a mitad de camino entre el domicilio de los dos.
Ahora en las citas ella ya tardaba lo aconsejable, los quince minutos, que siempre se hacen eternos, cuando la veía entrar le cambiaba la cara. Luego tranquilamente se acercaban a tomar una copa y bailar un rato al lugar de siempre.
Luego irían a cenar a casa de Juan que vivía cerca. La pedirían que se la llevaran a casa y allí con el balcón abierto parecerían que estaban comiendo en Roma. La comida que les iban a llevar era italiana con una botella de Chianti, para completar el cuadro pondrían música italiana en el tocadiscos.
Belén se interesó por lo que tenía pintado y colgado en las paredes. Le gustaron, pero le dijo a Joan que tenía que aprender técnica.
Él no era partidario de las técnicas, prefería seguir así, lo que intentaba era escribir cada día mejor.
A ella le gustaron algunas cosas que había escrito, le dijo que prometía, pero él lo tomó por lo que era, un cumplido.
Después de la cena hubo algún beso entre ellos, pero siendo la primera noche, Joan se acordó del dicho que solía decir la Tieta “hay más días que longanizas”.
Como es natural luego la llevó con el coche a casa y allí con el coche parado, la pasión pareció hacer acto de presencia......
La temporada de ir a tomar el sol en la playa, se le había echado encima. Poco partidario de tomar el sol, sabía que como a la mayoría de las mujeres, a Belén le gustaba ir a la playa.
Joan persona responsable, sabía que de acercarse los dos a la playa algún domingo o fin de semana, tendría que ser a Premia, hasta aquí todo lógico.
El saber que tendrían que comer allí, hizo pensar, el deber de ser presentada Belén a la Tieta, los dos tenían ideas liberales.
Pero a la relación entre los dos había que darle un toque de cosa seria, no podía ser presentada como una cabeza loca.
Ya llevaban algún tiempo juntos, y el pasar la noche en el mismo lecho era cosa asumida y consumada, llegarían el sábado por la mañana y pasarían todo el fin de semana.
El sábado de finales de mayo era espléndido para estar en la playa. Allí estaba la pareja, después de haber dejado las bolsas con cosas personales en casa de Joan y luego pasar a casa de Dolores, donde Belén fue presentada y aconsejada cariñosamente sobre los cuidados del sol y el agua todavía fría.
El sábado lo pasarían juntos y el domingo invitarían a la Tieta a comer en casa. Antes de bajar a la playa, ya habían comprado los ingredientes de la paella.
Mientras se remojaba Belén en el agua, Joan debajo de la sombrilla leía el libro “Cuerpos y Almas”, ella había traído un libro más ligero de Francoise Sagan.
Luego fueron a comer al restaurante, cuando volvieron a casa Joan le indicó su habitación y él se marchó un rato al casino, estuvo echando una partida al ajedrez y volvió a darse una pequeña siesta.
Por la tarde bajó ella sola a tomar el sol, se comprendían bien y no necesitaban estar uno encima del otro.
Rosell se quedó en el jardín leyendo a la sombra, respirando el olor del limonero. Fueron a cenar a Arenys de Mar y tomaron unas copas en el paseo marítimo, luego la vuelta a casa, durmiendo juntos.
Si pensaba hacer el domingo la paella Belén, pronto tuvo que desistir ante la seria mirada de Dolores.
-Vosotros marcharos a la playa y mientras tanto preparo el sofrito y cuando vengáis mientras tomáis una ducha, echaremos el arroz -. El tema quedó cerrado, la lógica era aplastante, la comida resultó excelente.
La Tieta hizo valer sus dotes de excelente cocinera, tomando el peso de la conversación, Joan centrándola en cosas del pueblo, tema que por lógica dominaba Dolores.
Aprovechó para hacer un poco historia del pueblo durante la guerra. De repertorio corto en palabras, sacaba el máximo partido a todas sus comentarios, por el aplastante toque de lógica que tenía todo lo que decía. Luego Belén tuvo que imponerse ayudada por Juan para poder fregar los platos y demás utensilios.
Tiempo que aprovecho la Tieta para decirle que le parecía una buena chica, pero la encontraba algo delgada. Joan esperaba el comentario y no pudo aguantar la risa, pues ya le había advertido a Belén cuando venían que Dolores la encontraría delgada.
Cuando oyó las risas desde la cocina, Belén salió para enterarse del motivo. En tono de buen humor, le dijo Joan el comentario de la Tieta.
Belén se echó a reír también, pero Dolores insistió “Que él que come escapa”.
Luego continuaron en trío un rato de conversación y se despidieron hasta el próximo día, aseverando Belén que ese día haría ella la paella.
Dolores hizo un gesto anunciando que ya lo hablaría cuando llegara el momento...
Volvieron a Barcelona, al piso de Joan. Allí tenía Belén algo de ropa y tras descansar un poco, fueron a tomar una copa y cenar fuera.
Una vez de vuelta a casa, pusieron música de Chopin, con el volumen muy bajo y salieron al balcón para contemplar las gentes que volvían a sus casas, unos con la ilusión perdida, propio de la edad y la gente joven gesticulando mucho. Todos con sus infalibles ideas en la cabeza y llenos de planes para el futuro.
Joan apoyado en el dintel del balcón, tenía cogida de la mano a Belén, ella se acercó apoyándose en él y besándole suavemente.
-Cada domingo a estas horas, me gusta desde el balcón contemplar la vuelta la vuelta al hogar de las gentes, sobre todo la gente joven. Me recuerda el libro de Mario Camus “El Extranjero”, para contemplar el cuadro faltaban los tranvías. Es un pasaje del libro del que siempre me acuerdo.
-Me lo tienes que dejar, he oído muchas veces hablar de él, pero nunca lo leí.
-Es un libro muy bonito, un poco triste, la fatalidad se alinea con el protagonista, un personaje exceptico ante muchas cosas de la vida, luego lo busco y te lo regalo, son de los libros que se pueden leer varías veces.
Belén le contemplaba cuando hablaba, esperando que siguiera contándole algo más.
-La acción de la novela se desarrolla en Argel, bajo el régimen francés, la ciudad debía tener algo fascinante. El Mediterráneo, lo europeo con toque y costumbres de Francia y lo árabe con su colorido y diferente manera de vida, no te voy a contar más, ya lo leerás.
Juan fue pasándole lentamente la mano por la espalda y le acarició el cuello con el dorso de la mano, ella movió muy despacio la cabeza y se besaron repetidas veces. Belén con el calor del sol lo tenía como si aún lo estuviese tomando en la playa, la piel despedía calor.
Desde la zona del Tibidabo, bajaba una ligera brisa refrescando el ambiente, pero también parecía transportar algo de pasión en aquellos jóvenes, que comprendieron que cuanto antes se fueran a la cama, antes podrían desahogarse mutuamente en el juego más antiguo practicado entre hombre y mujer.
Pasados los momentos de intenso placer, donde los dos tomaban la iniciativa, cuando lo creían aconsejable, permanecieron abrazados.
La necesidad de comenzar a vivir juntos, iba tomando cada vez más fuerza. Tendría que conocer él a Conchita y a su madre en Lérida, pero eso vendría más tarde, según el punto de vista que manejaba Belén.
Las palabras fueron haciéndose más pausadas hasta que los dos iban entrando en el sueño reparador. Se estaban acercando a pasos agigantados al verdadero significado de la palabra felicidad.
Solo tiene un problema la felicidad, que se puede acabar, punto éste que en los momentos que actúa sobre sus efectos, nunca pensaran en lo transitorio que puede ser.
La semana comenzaba su andadura con la crueldad del lunes, pero las personas enamoradas a este día casi no le dan la mínima importancia. El lunes para ellos, como todos los días, es echar planes.
En la oficina Joan ya pensaba en tomar alguna clase de pintura para perfeccionar un poco el dibujo y algo también relacionado con Filosofía y Letras, para perfeccionar la rudimentaria forma de escribir.
Todo esto giraba por la cabeza, cuando recibió una llamada de Belén, para decirle esa palabra tan repetida en todos lugares del mundo y que en todas partes entienden cuando se dice en inglés, ahí este idioma se convierte en el número uno.
“A love you”...
La fatalidad del destino, estaba esperando a la pareja detrás de la puerta de la felicidad.
Este fin de semana, habían decidido pasarlo en Barcelona, dando rienda suelta a su atropellado romance. Sentados la tarde del sábado en el cuarto de estar, Joan fue al mueble bar para ponerse un cubalibre. Al mover la botella vio un botón en el espejo del fondo, al pretarlo se abrió el espejo del mueble, que resulto ser una puerta de un compartimento escondido.
Los dos se acercaron cargados de curiosidad para ver su contenido, hallaron una espléndida sortija con una esmeralda y una carta dirigida a tía Margarita.
Belén se puso la sortija quedando fascinada por su belleza, sentados en el sofá, tomaron la postal que contenía el sobre.
Era una vista de París con la Torre Eifel al fondo y decía:
Mi amada Margarita.
Cuento minuto a minuto el tiempo que me queda de estar separado de ti. Esto no es vida, quiero creer en lo que me dices en tu carta, que ya nos queda poco para estar juntos, es verdad.
Lo que hiciste al casarte con él, fue una locura, me has destrozado la vida, quiera Dios que dure poco esta situación y que pronto podamos estar juntos. Sigue escribiéndome como hasta ahora a la dirección de Fermín.
Un abrazo infinito.
Jaime
Los dos se quedaron mirándose, pero no quisieron comentar la carta. La sortija quedaba en propiedad de Belén, que se quedó mirándola con toda la felicidad del mundo. Pensó que el destino le hacía un bonito regalo. Por su parte Joan estaba pensativo, aunque pronto se le pasó.
Esa tarde fueron a comprar algo de comida a una tienda especializada, todo tenía que ser especial, hasta el vino de Burdeos de calidad.
Para la cena pusieron unas velas, que siempre parece que refleja más felicidad en los rostros.
Joan expresó su temor durante la cena, que tanta felicidad, le daba algo de miedo. Ella insistió en olvidar los acontecimientos de su familia y pensar de manera positiva.
Se pondrían entre los dos a escribir una novela, así tendrían dos puntos de vista, siempre resultaría más fácil resolver los diálogos y dispondrían de un pasatiempos que les uniría en su forma de pensar.
Belén le había comprado, como regalo un disco de Grace Jones, donde estaba incluida una canción de moda, por su versión de mucha marcha “La vida en rosa”.
El calor ya empezaba a hacerse notar, antes de ir a la cama, Belén se dio una ducha. Apareciéndole en la habitación completamente desnuda exhibiendo su magnifico cuerpo y una mirada turbadora.
Joan se le acercó lentamente y la abrazó con pasión.
-Me voy a duchar yo también, espérame en la cama. Cuando iba a salir de la ducha, Belén le tiró la pastilla de jabón, tubo que apartarse para no ser alcanzado por el proyectil. La encorrió entre risas, terminando los dos en la cama, donde se emplearon a fondo, disfrutando de los cuerpos que la naturaleza les había obsequiado.
Extenuados por la frenética actividad, se quedaron dormidos, apoyando ella su cabeza sobre su hombro y abrazándole con el brazo.
Cuando ella se despertó a la mañana siguiente vio que Joan había cerrado el balcón, se levantó poniendo el disco de Grace Jones y moviéndose al ritmo de la música se dirigió al baño.
La música le animaba, abrió los grifos de la ducha, metiendo dentro una de sus largas piernas. Al meter la otra, ésta pisó la pastilla de jabón, que ella le había arrojado a Joan la noche anterior, deslizándose su cuerpo, lanzando su cabeza sobre el canto del inodoro. Quedó en el baño una figura grotesca, la perfección de un cuerpo y la cara desencajada de un cadáver.
Algo despertó a Joan, quien completamente desnudo se dirigió a la cocina, bebiendo leche fría del frigorífico. El sonido de los sintetizadores que acompañaban a Grace Jones, lo fueron poniendo en forma, observando que su cuerpo empezaba a inflamarse de deseo.
Cuando se dirigía al cuarto de baño para disfrutar del cuerpo de su amada, vio la puerta de la entrada abierta, donde se encontraban sus padres y tía Margarita, con su vestido color verde manzana.
Los tres parecían llamarle con la mano para que fuera con ellos.
La impresión casi le hizo perder la estabilidad, apoyándose en la pared del pasillo, fue recobrando poco a poco la serenidad.
Tomando fuerzas se acercó al baño para estar con Belén... (1º Fin)
Desde entonces han pasado tres años. Juan vive en Premia, está casado con una chica que siempre lo había querido, pero que nunca tubo acceso a él.
La Tieta facilitó el acercamiento de los dos, de la manera que Dios le dio a entender.
Juan periódicamente visita un psiquiatra en la calle Muntaner, quien le tiene aconsejado que trate de olvidar, y de momento se acerque poco por Barcelona.
Ahora trabaja en una Caja de Ahorros del pueblo, y después de comer, va a tomar café al Casino, donde se le quiere de verdad.
Dolores hizo de madrina de Juan en la boda, y nadie olvidara las lagrimas de felicidad que resbalaban por su rostro.
Los cuerpos de Margarita y Belén, descansan en el cementerio de Montjuich, bastante cerca el uno del otro, donde por las mañanas se puede ver el Mediterráneo como una alfombra resplandeciente...
(2º Fin)
F I N
20 de marzo de 1999