El cáncer de testículo es el tumor más frecuente en hombres entre los 15 y los 35 años y se prevé que afectará en España a más de 1.500 personas en 2024, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Se trata de un tumor que suele tener buen pronóstico gracias a los avances en su tratamiento, que suele consistir en quimioterapia, radioterapia o cirugía testicular.
Más del 90% de los cánceres testiculares comienzan en las células germinales, que producen esperma. “La gran mayoría de los tumores germinales del varón se diagnostican porque el paciente se palpa un bulto en el testículo, que con frecuencia no duele. Cuando existe dolor, suele aparecer progresivamente, aunque puede hacerlo de forma repentina si el tumor se complica con una infección o si sangra”, explica Juan Francisco Rodríguez Moreno, oncólogo médico de HM Universitario Sanchinarro-CIOCC.
En general, continúa el especialista, “los pacientes describen una sensación de peso en el área genital o simplemente un aumento de tamaño del testículo”. En casos mucho más raros, “estos tumores pueden ocasionar un crecimiento de las mamas en los hombres (ginecomastia) por el aumento de la Beta-Gonadotropina Coriónica (β-HCG), una hormona que se produce durante el embarazo y que solo aumenta en varones con ciertos tipos de tumores testiculares”.
Asimismo, Rodríguez Moreno añade que el paciente puede referir molestias en la espalda o en el abdomen, bien causadas porque los estímulos dolorosos del testículo se dirigen hacia ese lugar o bien porque existen metástasis en ganglios linfáticos de la parte más posterior del abdomen. Por último, “en los casos en los que existen metástasis en otros órganos (por ejemplo, en el pulmón, el cerebro, el hueso, etc.), estas pueden producir síntomas muy variados, como falta de aire o inestabilidad, dependiendo de su localización”.
Cómo hacerse un autoexamen testicular
El cáncer testicular no se diagnostica con una biopsia estándar (muestra de tejido) antes de la cirugía. Así, el diagnóstico completo vendrá después de extirpar quirúrgicamente el tumor. En ese momento, el médico estudiará el tejido para determinar el tipo exacto de cáncer, dónde está y qué tan agresivo es.
Un autoexamen testicular es una manera fácil de detectar este cáncer. Por ello, conviene saber cómo se hace. Según informan desde la Urology Care Foundation, el mejor momento para examinar los testículos es justo después de una ducha con agua tibia, cuando la piel del escroto está relajada. Sobre el examen, es mejor hacerlo de pie. La institución explica los pasos uno a uno:
- Examinar cada testículo. Para ello, hacer rodar suavemente cada testículo entre los dedos pulgar e índice de ambas manos. Palpar toda la superficie y comprobar que la firmeza es la misma en todas partes. Es normal que uno de los testículos sea un poco más grande que el otro.
- Localizar el epidídimo y el conducto deferente. Se trata de estructuras blandas en forma de tubo que se ubican arriba de los testículos y por detrás de estos. Conviene familiarizarse con cómo se sienten al tacto estos tubos para poder notar cualquier cambio.
- Buscar bultos, hinchazón o aspectos que no parezcan estar bien. Hay que recordar que los bultos o protuberancias no son normales, incluso si no causan dolor.
Factores de riesgo del cáncer de testículo
A pesar de que no se conoce la causa exacta del cáncer testicular, sí se han identificado algunos factores de riesgo. El principal es la criptorquidia, que es la falta de descenso del testículo hasta el escroto durante los primeros años de vida. “Durante el desarrollo del embrión, los testículos descienden desde la zona cefálica (lo que después corresponderá a la cabeza) hasta su lugar definitivo en el escroto a través de la línea media y el abdomen”, indica Rodríguez Moreno.
De acuerdo con el oncólogo, “en algunos casos, este descenso no se produce o se retrasa hasta después del nacimiento. Los varones con criptorquidia tienen un mayor riesgo de presentar cáncer, tanto en el testículo no descendido como en el otro. De hecho, las guías clínicas recomiendan extirpar de forma preventiva aquellos testículos finalmente alojados en el abdomen que no terminan de descender”.
La herencia genética es otro factor de riesgo. Entre el 1 y el 3% de los pacientes con tumores germinales tienen historia familiar de cáncer de testículo, lo que sugiere un cierto componente hereditario. “Además, los hermanos o los hijos de estos enfermos tienen hasta 10 veces más riesgo de desarrollar la enfermedad”, agrega el experto, quien, sin embargo, aclara que todavía no están bien establecidos los factores genéticos responsables: “Trabajos recientes llevados a cabo en población española apuntan a que probablemente no exista un gen único o una mutación concreta predisponente, sino posiblemente una combinación de diferentes genes alterados”.
Fuente: https://cuidateplus.marca.com/