Los ataques del corazón se producen cuando se obstruyen las arterias coronarias, lo que provoca un riego sanguíneo insuficiente y, en pocos minutos, puede causar una muerte súbita cardiaca. No obstante los paros cardiacos pueden revertirse, sobre todo si logramos verlos venir. Aproximadamente la mitad de los pacientes con infarto presentan síntomas de advertencia antes del incidente. Estos síntomas se suceden de manera gradual, en el transcurso de varios minutos, y detectar cualquier de ellos a tiempo es esencial para evitar que el infarto provoque un daño irreparable.
Los primeros minutos a partir del momento en que se suceden los síntomas son vitales: el 75% de las muertes se producen en la primera hora desde el instante en que nos damos cuenta de que algo no marcha bien. La buena noticia es que, si actuamos rápido y llegamos al hospital a tiempo, la probabilidad de sobrevivir es del 95%.
Estas son las principales señales que pueden indicar la presencia de un ataque al corazón:
1. Fatiga y dificultades respiratorias
La disnea, o dificultad para respirar, aparece antes de numerosos infartos, particularmente entre las mujeres, y puede comenzar meses antes de que suframos un ataque al corazón. Normalmente está acompañada de una gran fatiga. Se trata de unos síntomas difíciles de asociar a un paro cardiaco, pero si nos encontramos exhaustos sin una causa aparente lo más inteligente es que acudamos prestos al servicio de urgencias.
2. Sudoración excesiva
Sudar más de lo habitual, aunque no estemos haciendo ejercicio, puede ser una señal de que nuestro corazón tiene un problema. El bombeo de sangre a través de arterias obstruidas requiere que nuestro corazón haga un esfuerzo mayor al habitual, la temperatura corporal aumenta debido a este esfuerzo y nuestro cuerpo suda para tratar de mantenerla a raya. Estos síntomas pueden aparecer días antes de un infarto: si notamos sudores fríos que no tienen una causa aparente, y la piel fría y húmeda, debemos ir al médico sin prensárnoslo dos veces.
3. Indigestión, nauseas y vómitos
En ocasiones los paros cardiacos vienen precedidos por problemas digestivos, que incluyen nauseas y vómitos. Estos son los síntomas más difíciles de asociar con un paro cardiaco, y lo más habitual es que no tengan nada que ver con éste, pero si tenemos un estómago de hierro y no hemos comido nada fuera de lo habitual, una indigestión repentina puede indicar que algo no va bien en nuestro corazón, y haríamos bien en acudir al médico.
4. Dolor en el pecho
Aunque no todos los infartos están precedidos de dolor en el pecho, este es el síntoma más frecuente y más fácilmente reconocible. El dolor torácico es, por lo general, prolongado –dura en torno a 15 minutos– y se percibe como una presión intensa en el pecho, que puede extenderse hasta la espalda, los brazos y los hombros, sobre todo en el lado izquierdo (zonas que pueden llegar a dolernos más que el propio pecho). El dolor puede no ser continuado: en numerosas ocasiones viene y va, pero el infarto llegará tarde o temprano. Tampoco todos los infartos están precedidos por un dolor de pecho de igual intensidad: puede dolernos poco y que, aún así, el paro cardiaco sea inminente. Ante este síntoma debemos avisar inmediatamente al servicio de urgencias.
Mejor que sea una falsa alarma
Si notamos alguno de estos síntomas lo más inteligente es acudir de inmediato al servicio de urgencias y, en el caso del dolor en el pecho, llamar enseguida al 112. No siempre estos síntomas indican que vayamos a sufrir un ataque al corazón, pero es mejor prevenir que curar. Muchas personas no actúan con suficiente rapidez, porque el dolor no es demasiado intenso o porque no reconocen los síntomas, y sólo se dan cuenta de que algo grave ha ocurrido cuando están tendidos en el suelo.
En torno a un cuarto de los infartos son silentes: aparecen sin dolor de pecho y ningún otro síntoma
Como reconoció nuestro más prestigioso cardiólogo, el doctor Valentí Fuster, en una de sus conferencias, “lo que de verdad resulta frustrante no es la gente que acude a Urgencias y no tiene un infarto, sino la gente que tiene el infarto y no viene, sabiendo que el 95% de las personas que mueren así las hubiéramos podido salvar. Y es algo que pasa cada día”.
Por desgracia, en torno a un cuarto de los infartos son silentes: aparecen sin dolor de pecho y ningún otro síntoma. Pero el resto, pueden evitarse si estamos atentos y aconsejamos como es debido a nuestros allegados.
FUENTE: Elconfidencial.com