Nota De; Alicia Gallotti, Nota Enviado por: admin
Este relato ayuda a conocer los secretos del desconocido y complejo universo de la sexualidad de la mujer.

KAMA-SUTRA PARA LA MUJER-QUINTA PARTE

MASAJES ERÓTICOS

Para que una relación sexual sea realmente satisfactoria, uno de los sentidos a cultivar es el tacto. El masaje tiene un efecto general reparador, libera de tensiones y relaja, disponiendo el cuerpo para disfrutar del erotismo a la vez que despierta los focos de sensualidad que provocan la excitación. Sentir su cuerpo masajeado le genera sensaciones tan estimulantes como los besos, las caricias y otros juegos preliminares despertando las hormonas sexuales que la preparan para disfrutar del coito. A través de esta aproximación, ambos amantes aprenden a internarse en un universo de intensa sensualidad: ella, descubriendo puntos erógenos desconocidos que la transportan hacia el placer y él, conociendo en profundidad cómo desea ella que se provoque la respuesta sexual de sus sentidos.

LAS ZONAS MÁS SENSUALES

En el cuerpo femenino, cada centímetro de piel es sensible y su reacción el masaje erótico es intensa, aunque hay determinados centros que tienen una mayor carga excitante y no sólo corresponden a las zonas erógenas. En el rostro se localizan algunos puntos álgidos, como el nacimiento del cabello o las sienes que, si se recorren con las yemas de los dedos realizando movimientos rotatorios, así como tocando con éstas levemente el contorno de los labios, cuello, orejas y nuca, también despiertan intensas sensaciones. Tumbada sobre la espalda en una superficie blanda, su cuerpo desnudo está en contacto con el amante que se sienta a su lado y recorre masajeándola toda la superficie de su cuerpo evitando las zonas erógenas, con un lento y sensual toque de las palmas de las manos, el dorso o los nudillos, fraccionando suavemente el vientre, los muslos y las pantorrillas para, al final, recorrer con dulzura cada uno de sus dedos y las plantas de los pies. Luego la incorpora hasta colocarla de rodillas, situándose él por detrás de su cuerpo para explorar la nuca y continuar masajeando entre los omóplatos, la columna vertebral, la cintura, y regodearse en las nalgas y en los muslos. El amante que se concentre atentamente en la respuesta que ella emite, también irá acrecentando su propia excitación, que lo llevará a masajear cada vez con mayor carga erótica. La mayoría de las mujeres, al recibir masajes, descubren zonas que envían cargas estimulantes a los centros de placer y que nunca habían siquiera sospechado que existían en su cuerpo. Una vez que se han disfrutado estos contactos intensamente estremecedores, ninguno de los amantes querrá renunciar a ellos.

CÓMO REALIZARLOS

Para gozar plenamente del masaje erótico conviene crear un escenario íntimo de ambiente sereno, con una iluminación tenue y, si ella lo desea, perfumado con una esencia que le agrade. Las manos que masajean deben estar calientes y, si es posible, untadas con un aceite o crema lubricante para que se deslicen mejor. Para obtener y proporcionar el máximo placer es mejor alternar las técnicas de masaje adecuados para cada punto del cuerpo. En la espalda, de la cintura hacia arriba, las manos se colocan a ambos lados y fraccionan suavemente arriba y abajo, Incidiendo los pulgares con más fuerza cuando se acercan a la columna vertebral; en las zonas de músculos hay que masajear como si se amasara, alternando con las manos hacia abajo y levemente levantadas por el centro, dando suaves golpecitos con acción de ventosa; luego, girarlas para presionar con los nudillos, lo que estimula mucho los hombros. En la parte delantera se fricciona rápidamente la zona del esternón, lo que es sumamente excitante; después se pasa al vientre haciendo movimientos ondulatorios con las palmas de las manos, y desde ese punto se desciende hasta los muslos para masajearlos por su cara exterior con firmeza y suavidad, con el dorso por la cara interior; por último, se toman entre las manos abiertas ambas pantorrillas como si se quisiera dibujar su contorno hasta los tobillos, subiendo luego con el mismo tipo de masaje hacia las rodillas. En este punto, ella deseará que el contacto se traslade a las zonas erógenas -senos, pubis y vulva-. Puede que lo verbalice o que él lo note por su agitada respiración y el aumento de la temperatura corporal, entonces él calmará el deseo con caricias más sensuales hasta que ella alcance un orgasmo y busque prolongar el placer.

POSTURAS, PLACER INFINITO

A fin de romper con la monotonía, desde siempre, las parejas han puesto en práctica infinidad de posturas para hacer el amor. Esta búsqueda, sin embargo, debe estar motivada por el propio deseo, por la necesidad de encontrar nuevas formas de placer compartido y no como una práctica gimnástica o reto. La intención es descubrir sensaciones escogiendo libremente prolongar o aumentar el goce. Las posturas no son fórmulas cerradas. Por el contrario, cada pareja debe adaptarlas a sus gustos, modificándolas o recreándoles si con ello se logra darle al acto sexual un nuevo incentivo. Todas las posiciones que permiten, durante el coito y la penetración, que el clítoris sea estimulado por fricción del hueso púbico del hombre o por la excitación manual de él o de ella misma, facilitan el orgasmo de la mujer. Las que se describen a continuación han sido escogidas teniendo en cuenta la sensualidad femenina y, por supuesto, además de ser placenteras para ambos, son altamente eróticas. De todos modos se han distinguido con una estrella (*) aquellas con las que ella más disfruta.

ARDIENTE ESCLAVITUD (*)

Movido por el deseo, él toma un suave pañuelo de seda y lo anuda atándole las manos a los barrotes de la cabecera de la cama. Luego se sitúa encima de ella que, echada de espaldas, deja ver sus senos. Él los lame con pasión, la mujer entreabre las piernas con las rodillas elevadas y expone a las manos del hombre la vulva húmeda y el clítoris anhelante que él estimula con sus dedos, haciendo que ella disfrute intensamente. Aumenta febril la temperatura de la piel, los labios se entreabren trémulos, las pupilas se dilatan y el jadeo se hace gemido o grito irreprimible. Cuando el deseo no puede esperar más y ambos ya están decididamente encaramados en la ladera del placer, él la penetra sin dejar de acariciarla y lamerla hasta que los sexos de ambos se derraman en un orgasmo de fuerza incontenible.

CADENCIA ÍNTIMA

Recostada sobre su espalda, descansa la cabeza en el brazo de él, que besa apasionadamente su cuello mientras roza con sus dedos un pezón; ella levanta la pierna izquierda y la pasa por encima del muslo del hombre para que la penetre de lado; al hacerlo, su clítoris queda expuesto de modo que puede autoestimularse. También él puede hacerlo alternándolo con caricias en los senos y el vientre. Esta postura produce un intenso placer porque ella puede acompañar los empujes profundos de él con movimientos leves de las nalgas contra el pene masculino, por lo que los roces en la vagina son más completos.

ARDOR A DÚO

Se dispone a disfrutar de pleno tendida de espaldas, sensualmente eleva una de sus piernas y la flexiona apoyándola sobre el pecho de él, incitándolo a que la penetre mientras tiene acceso al centro álgido del goce. Él se sitúa de lado y estimula el clítoris teniendo también su seno al alcance de la boca; la mano de la mujer asciende por el vientre hacia los pezones, luego se detiene en el ombligo con suaves caricias y poco a poco baja hasta apoyarse sobre la del hombre y guiarlo en el ritmo de la estimulación. En el frenesí del deseoroza morbosamente los testículos y el ano. Esta postura permite que el pene entre de manera profunda en la vagina con empujes de ritmo lento, muy satisfactorios, sobre todo para la mujer.

LADO A LADO

Ambos están de lado y frente a frente con todo su cuerpo en contacto y el pene en el Interior de la vagina; una pierna de él se entrecruza con las de ella, una de sus manos la toma por la cintura y al crecer la excitación le acaricia la nuca, la espalda y las nalgas; con el otro brazo se sujeta su cabeza mientras la besa apasionadamente en el cuello, las orejas y la boca. La estrecha Intimidad de esta postura es muy placentera y el estímulo de la penetración se hace lento y excitante pudiendo por momentos el pene salir y acariciar el clítoris y la vulva. Cuando el frenesí llega a su punto máximo los juegos de penetración se hacen más intensos y el ritmo se acelera rozándose el clítoris contra el pubis hasta que ambos lleguen al clímax.

DANZA ERÓTICA

Ella está sentada sobre la pelvis del hombre con las piernas hacia atrás; él flexiona las rodillas al sentir las provocadoras nalgas femeninas contra sus muslos y responde levantando los brazos para estimular sus senos. Ardiente, ella busca la penetración deslizando su vulva hasta encontrar y abrazar con la vagina el pene erecto; apoyándose en las palmas de las manos elevará y hará descender su cuerpo marcando el ritmo de esta danza sexual en la que alterna ondulantes movimientos giratorios de las caderas con otros de vaivén. La caricia vaginal es intensa y la presión sobre el clítoris muy leve, lo que hace crecer el anhelo por satisfacerse con un orgasmo poderoso.

RITMO ESTIMULANTE

Se ha dejado caer de espaldas en la cama, exhausta por la fuerza de su deseo; uno de sus brazos está echado hacia atrás completamente laxo, el otro roza el muslo de él, que se inclina sobre su cuerpo situándose entre sus piernas mientras sostiene las nalgas para mecerla, más tarde, al ritmo de la penetración. Completamente entregada ella separa y eleva las piernas flexionando las rodillas para abrazarlo por la cintura; la vulva también se abre jugosa por los fluidos que la inundan. Durante el coito, cuando ambos alcancen un ritmo vibrante y el clítoris se vaya erotizando cada vez más al contacto con la pelvis masculina, ella puede acariciárselo para aumentar el goce sintiendo como él besa su boca profundamente o lame sus senos, hasta que una ola de placer inunde los cuerpos por completo.

CONTINUA ...